EL ADVIENTO NOS EXIGE RESPONDER A DIOS SUPERANDO TODA ATADURA.
San Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: 'Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado'. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: `Tiene un demonio'. Viene el Hijo del hombre, y dicen: `Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir'. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Hoy Jesús menciona a San Juan Bautista como el hombre que “ni comía, ni bebía”, pero que llegaron a decir de él que tenía un demonio; más ahora que viene él mismo, que es el Hijo de Dios, para traernos la presencia de su Reino, conviviendo con los pecadores y haciendo fiesta con ellos para mostrarles el Rostro de la misericordia Divina, resulta que es tildado como un borracho y un glotón.
Por una parte el Adviento es desierto que nos hace renunciar a los poderes y deleites de este mundo, pero por otra, también es tener la apertura de Jesús para ir con aquellos que el mundo ha arrebatado y con su mismo amor atraerlos hacia el buen camino. Eso puede traer bastantes críticas, pues tanto vivir con autenticidad el Evangelio, con una vida de austeridad, como poner en práctica su caridad pastoral hacia los pecadores de hoy, puede traer grandes incomprensiones.
¿Quién estará detrás de este modo de comportamiento? Hay que recordar que satanás es quién seduce este mundo (Ap 12,9), por su sutil presencia en todos los reinos que consiente o inconscientemente no le sirven a Dios, va inspirando todo tipo de aberración en las generaciones, por tal de desviar del verdadero camino hacia Dios. De este modo, se puede hablar de un dominio de satanás, no solo en una generación sino en una cultura (millones de personas), por medio de una influencia en los modos de pensar (La sanación de familias. P. 198).
Nosotros podemos decir que eso ya no nos afecta porque ya estamos convertidos, sin embargo no es cierto. Los ambientes nos arrastran y poco a poco nos vamos acomodando a los modos y maneras de ser de las culturas, hasta el grado de tener que hacer honrosas excepciones, precisamente porque se trata de un fenómeno cultural. Cuando esto lo aplicamos a los linajes sucede lo mismo, al grado de encontrarnos con familias completas que no tienen la capacidad de otros linajes, para llevar a cabo ciertas acciones en sintonía con los valores del Reino de Dios, en cambio a la hora de una acción del anti-reino, estas son más prontas para reaccionar favorablemente.
Nos toca a nosotros hacer permanentemente una revocación de las malas influencias que venimos arrastrando de nuestros linajes y de nuestra cultura, por las cuales aún no podemos del todo desprendernos hacia la respuesta favorable que Dios está esperando de nosotros. Nos puede estar pasando lo mismo que aquellos que no sabían entrar al juego de “bodas y funerales” (v.17). Porque para recibir a Dios debemos revisar qué es lo que hay dentro de nosotros mismos, que herencias tenemos de nuestro linaje y nuestra cultura, pues para llegar a una verdadera celebración de la Navidad, debemos responder con la misma mentalidad de Jesús respecto a las cosas del mundo y con sus mismos sentimientos hacia los pobres y los pecadores.
En este tiempo de Adviento, pongamos todo nuestro empeño para celebrar debidamente la Navidad, no solamente cuidando los elementos externos, que de alguna manera indican los internos, sino precisamente empezando desde nuestro interior con la adecuada conversión que nos exige adquirir el mismo modo de ser de Jesús
Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.