Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

By: Juan David Betancur Fernandez
  • Summary

  • Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
    © 2024 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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Episodes
  • 627. Día 9. La generosidad (Novena de Navidad)
    Dec 24 2024

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    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Habia una vez en un pequeño pueblo de Judea una familia que después de haber recorrido muchos kilómetros habían logrado conseguir pasar la noche en una pequeña gruta que servia de establo para algunos animales. La familia estaba esperando el nacimiento de su bebe y sabían que el momento seria pronto. Aquella noche era una noche fría y el único recurso que tenían para protegerse era el heno que le daban a aquellos pocos animales que vivían allí.

    Si bien las circunstancias no eran las ideales para tener un bebe La futura madre sabía que todo saldría bien ya que su futuro hijo había sido enviado por Dios y Dios siempre estaba con ellos. Sin embargo, el frio de la noche la hacia tiritar y su esposo solo podía abrazarla para darle un poco de calor.

    En los campos cercanos vivía un un joven pastor llamado David. David era conocido por su humildad y su corazón generoso. Aunque no tenía mucho, siempre estaba dispuesto a compartir lo poco que tenía con los demás.

    Durante aquella noche fia de Invierno, David se dedicaba a cuidar a sus ovejas y se encontraba fuera de su pequeña tienda de campaña vigilando el tranquilo deambular de las ovejas dentro del corral que les había preparado.

    La luz de la luna se reflejaba sobre el blanco cuerpo de sus ovejas y esto hacia a David feliz ya que podía vigilar mejor a todo el rebaño.

    De pronto sus ojos se fueron apartando de sus ovejas y una luz extraña le llamo la atención en el firmamento. David conocía muy bien el mapa de estrellas ya que había pasado gran parte de su vida contemplando las estrellas en el campo. Esta estrella no había estado allí antes y realmente era muy brillante, tan brillante que opacaba las estrellas a su alrededor.

    La estrella además producia una luz que claramente se dirigía a algún sitio cercano. Curioso decidio seguir esa luz y ver que era lo que indicaba.

    David recorrio varios kilómetros hasta que a lo lejos se veía el poblado de Belen donde vivían sus padres pero la luz parecía caer sobre pequeña colina que se separaba de aquel poblado. Allí habían algunas grutas que se usaban como establo para los animales pero en este caso era claro que la estrella parecía haberse posado sobre una de las grutas. Curioso y con un poco de temor siguió recorriendo el camino que lo llevaba cerca de las grutas y de pronto oyo un ruido como de un bebe.

    Más extrañado aún se acercó a inspeccionar la gruta de donde provenia aquel sonido inconfundible. Lentamente se asomo a la gruta y vio allí que entre la paja que se le daba a los animales para comer había una pareja con un bebe en sus manos. No sabía sus nombres y porque estaban allí pero David sabía que aquel era un momento glorioso y que estaba ante algo muy especial. Sabía que debía ayudar a aquella pareja y aquel niño indefenso.

    Con mucho cuidado se acercó a la pareja y sacándose de sus hombros el pobre manto de lana que lo acompanaba cuando salia a la interperie se lo ofrecio a la madre. Esta lo miro con mucha emoción y reconociendo en David un ser generoso acepto el manto y suavemente lo puso sobre el cuerpo del bebe recién nacido.

    El bebe sonrio al sentir el suave y cálido toque de aquel manto y de sus sabios salieron unos cuantos sonidos de placer.

    David no podía dejar de mirar aquel bebe, reconocia en el un ser que traería un nuevo mensaje al mundo. Pese a estar en un lugar humilde y rodeado por un par de humildes animales había algo en su mirada y en su gesto que le traía una sensación de paz.

    Sin saber porque se arrodillo a un lado de aquel bebe y las manos del bebe se extendieron para toc

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    6 mins
  • 626. Día 8. El Perdón (Novena de Navidad)
    Dec 23 2024

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    Juan David Betancur Fernandez
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  • 625. Dia 7. La Esperanza en Navidad (Novena de Navidad)
    Dec 22 2024

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    Juan David Betancur Fernandez
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    Había una vez una ciudad llamada Luna Gris, Se llamaba así porque la niebla que bajaba de las montanas se enroscaba entre los edificios como fantasmas y la luna cuando salia no brillaba en todo su esplendor sino que se veía gris y triste. En esa ciudad la gente caminaba con la mirada baja, la Navidad había perdido su brillo. Las luces parpadeaban sin alegría, los villancicos sonaban huecos y los regalos se entregaban sin emoción. La esperanza parecía haberse esfumado, dejando tras de sí una sensación de vacío y desilusión.

    En un pequeño taller de las afueras de la ciudad, trabajaba un zapatero llamado Elías. Sus manos, marcadas por el tiempo y el trabajo, habían conocido la dureza del cuero y la frialdad de las herramientas. Elías había perdido a su esposa hacía unos años y, desde entonces, la tristeza se había instalado en su corazón, como una sombra persistente. La Navidad, que antes era un tiempo de alegría, se había convertido en un recordatorio doloroso de su pérdida.

    Este año, Elías no tenía ningún deseo de celebrar la Navidad. No había adornado su taller, ni había preparado ninguna cena especial. Se limitaba a trabajar en silencio, intentando ahogar su tristeza en el ritmo repetitivo de su oficio.

    Una tarde, mientras Elías trabajaba en un par de botas viejas, una niña llamada Sofía entró a su taller. Sofía, de ojos brillantes y sonrisa traviesa, era la hija de un vecino. Siempre radiante de alegría, era una pequeña chispa de luz en la sombría ciudad de Luna Gris.

    "Buenas tardes, señor Elías," dijo Sofía con voz dulce. "Mi mamá me dijo que usted hace los mejores zapatos de la ciudad."

    Elías levantó la vista, sorprendido por la visita de la niña. Sus ojos, cansados y apagados, se encontraron con los de Sofía, que brillaban con una alegría contagiosa.

    "Sí, hago zapatos," respondió Elías con voz ronca. "Pero no creo que sean muy especiales."

    Sofía sonrió y se acercó a la mesa de trabajo de Elías y con su suave voz murmuro "Yo creo que sí," dijo con convicción. "Yo creo que usted hace zapatos con magia."

    Elías se sintió conmovido por las palabras de la niña. La magia era algo que había dejado de creer hacía mucho tiempo.

    "¿Qué te gustaría que te hiciera?" preguntó Elías con curiosidad.

    La niña manteniendo la voz baja le dijo como si fuera un secreto. "Quiero unos zapatos que me hagan volar," respondió Sofía con los ojos llenos de ilusión.

    Elías sonrió con tristeza. "No creo que pueda hacer eso," dijo. "Pero puedo hacer unos zapatos que te hagan sentir feliz."

    Sofía sonrió y asintió con entusiasmo.

    Durante los días siguientes, Elías trabajó en los zapatos de Sofía con una dedicación que no sentía hacía mucho tiempo. Utilizó el cuero más suave, las puntadas más finas y los colores más brillantes. Mientras trabajaba, recordaba la alegría que sentía su esposa al ver los zapatos nuevos que el hacia.

    En la víspera de Navidad, los zapatos de Sofía estaban listos. Elías se los entregó con una sonrisa que había olvidado que existía. Sofía, al verlos, gritó de alegría. Se los puso de inmediato y comenzó a correr por el taller, riendo y saltando y abriendo los brazos como alas como si de verdad pudiera volar.

    La alegría de Sofía era contagiosa. Cuando elias vio a aquella niña como si volara con sus zapatos sintió que una pequeña chispa de esperanza se encendía en su corazón. Era como si la magia de la Navidad, que había creído perdida, estuviera volviendo a su vida.

    Esa noche, mientras caminaba por las calles de Luna Gris, Elías notó algo inusual. La gento lo miraba a el y le agradecían.

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