Para muchos de nosotros, la mayor superación consiste simplemente en saber quiénes somos: arrancar al confuso destino una identidad propia, nítida, y por qué no, llena de luz.

Cuando nace en el marginal barrio del Cabanyal, en Valencia, nada ni nadie espera a Vicente Esplugues, el último de una familia de seis hermanos que se queda temprano huérfano de madre.

Sin embargo, va a descubrir que el grito de una música rabiosa y luego la claridad de una revelación espiritual le estaban esperando. Y le han dado un motivo para vivir, y una fuerza que hoy alumbra a muchos de sus fieles.

¿Quién no ha soñado con tener un sexto sentido, y en general con ampliar su propia capacidad perceptiva? Moon Rivas lo soñó sin descanso. Y lo consiguió.

Ella ha querido, gracias a la tecnología, acercarse de la naturaleza. Para ello, se ha puesto un implante electrónico en los pies, que le ha permitido durante siete años sentir vibraciones, de mayor o menor intensidad, correspondiendo a los terremotos de la tierra desde cualquier parte del globo. Y con ello, ha creado su propio lenguaje artístico, bailando.

Escalando hacia su cumbre particular, ella quiere conseguir hoy otro sexto sentido, más extravagante aún.

Siempre imaginamos que el heroísmo solo se expresa en las acciones más espectaculares o en la lejanía más exótica. No es así. También nace y se desarrolla en el día a día, en lo más mundano y próximo.

En el caso de Fernando, ir prescindiendo del plástico en su vida urbana empieza casi como un juego con Patricia, su pareja. Pero, poco a poco, seguir en esta senda le resulta ser una toma de conciencia permanente en su quehacer cotidiano.

Lo que hace apasionante su trayectoria es la voluntad de ir hasta el final desde la coherencia, la intransigencia y el tesón. Y eso, sin juzgar a los demás. Viéndole coronar esta cumbre nos hace ver el reto ecológico de una forma extremadamente concreta y real.

Un afán rabioso y tempranero por entender las cosas, todas las cosas, llegan a irritar a sus padres cuando niño. Antonio Fabregat canalizará la embriaguez del "querer saber" aprendiendo las sutilezas del concurso de oratoria.

Pero no es tan sencillo y retórico como parece. A lo largo de una carrera que le lleva a varios puntos del mundo, se da cuenta que el arte de la persuasión requiere de un conocimiento profundo y una disciplina fuera de lo común.

De campeonato en campeonato, Antonio Fabregat sigue un camino iniciático en el que se da de bruces con la verdad del lema socrático : "Solo sé que no sé nada". Solo a base de curas de humildad en serie conseguirá llegar a lo más alto.

Está claro, pensamos los videntes, que los que llegan a perder la vista se quedan para siempre en la oscuridad. No tiene por qué ser del todo así: las imágenes mentales pueden llegar a cobrar contornos y formas, e incluso a tener luz propia.

Es lo que ha conseguido la famosa "Lectora ciega" Paqui Ayllón. A los 23 años, un médico le dice que se quedará ciega total poco a poco. Esta funesta predicción se cumple cuando esta enfermera gaditana apenas tiene 30 años.

Ella no se conforma con la fatalidad : recurre a la tecnología para volver a la gran pasión de su infancia, la literatura, y así leer obras a los demás en voz alta. De esta forma, dice ella, " vuelvo a ver todas las veces que yo quiera".

Criarse durante la posguerra en un poblado mísero del extrarradio de Madrid te enseña los reflejos de la supervivencia. Hace imposible que tu prioridad sea otra que la de encontrar cada día unos pedazos de pan para subsistir.

¿Qué mejor sueño para ese niño que encontrar trabajo en cafeterías, bares y restaurantes, los lugares donde precisamente no puede faltar la comida? Jorge García Trilla podría haberse complacido en esa seguridad que ponía fin al hambre suyo y el de su madre.

Pero no. La comida, y todo el negocio que pueda conllevar, llegará a ser su fuente de estatus, de crecimiento, de liderazgo, de revancha sobre la vida. Sin olvidar a los que tanto se parecen al niño que fue, a los desamparados de la Navidad.

¿Cómo expresar con palabras el dolor inconmensurable de haberlas perdido? Cuando el lenguaje te ha sido quitado después de un derrame cerebral, ¿de qué manera es posible recorrer todo el camino desde el inicio?

Como todas las personas afásicas, Olivia Rueda tuvo que emprender el ascenso horriblemente difícil que consiste en volver a hablar, palabra por palabra. Volver a ser una niña que busca articular la frase más básica.

La cima de Olivia será encontrar un camino por los limbos borrosos de su cerebro para reencontrar el sentido. Y no solamente eso, sino también a lo largo de un libro que desafía nuestra capacidad de entendimiento explicar lo que parecía inexplicable.

Desde los años 90, millares de personas venidas desde las costas africanas han muerto al intentar llegar a España en embarcaciones de fortuna. Muchos se han escandalizado por esas muertes dramáticas, pero nadie se ha preocupado de los cuerpos de los ahogados.

Nadie, salvo un hombre, quien lleva una funeraria en las afueras de Algeciras. Martín Zamora busca ahí sacarle partido pero pronto se dará cuenta que lo único que cabe es devolver la dignidad a seres humanos.

El que solamente sabía enterrar, investiga lo que nadie había buscado: quiénes son esos muertos y cómo podrían volver a sus seres queridos. Una odisea que le llevará a los rincones más insospechados.