V7. No se dejen engañar: ¿en quién recae la responsabilidad de esta advertencia?, en la persona que te engaña o en tí que no quieres ver al Señor.

Muchas veces el engaño es tan profundo que hasta moldea la forma como vivimos, es tan profundo que no somos capaces de ver o entender y cuando vemos que no funciona, cuando vemos que realmente no hay gratificación duradera, que no produce el gozo que esperábamos, eso que nuestra alma necesita y que pide.

Lo peor es que no vemos el error en nosotros, no vemos nuestra culpa, no vemos nuestro engaño, sino que culpamos a Dios o su iglesia, y luego buscamos otra cosa, otro medio finito que traerá el mismo resultado.

TRO: Hoy es el último Domingo del mes de Octubre, y la mayoría de ustedes ha recibido una carta que habla sobre unas estadísticas devastadoras sobre pastores, la carta habla también sobre la importancia de orar por nuestros pastores y líderes. También este mes ustedes han aprendido un poco sobre la reforma y sobre el día de apreciación del Pastor. Esto último, como saben, son temas de los que casi no hablo, no busco ser estimado en gran manera o ser tratado de forma especial o particular, el único que merece eso es nuestro Dios y salvador. Pero pasajes como este son importantes, pero pueden resultar incómodos para el predicador. Martín Lutero escribió: “Todos estos pasajes tienen como fin beneficiarnos a nosotros, los ministros. Debo decir que no encuentro mucho placer en explicar estos versículos. Me hacen parecer como si estuviera hablando para mi propio beneficio” Y aunque me siento muy identificado con lo que dice Lutero, también veo que el versículo de hoy ha sido puesto por Dios de forma tan providencial, haciendo que haga juego con estas fechas, no fue plan mío, simplemente estamos siguiendo la secuencia del libro de Gálatas

Nos estamos acercando al final de la carta de Pablo. En su mayor parte, Pablo ha estado poniendo los cimientos fuertes para la iglesia, sin los cuales la estructura estaría torcida e inestable. El capítulo anterior concluimos con una exhortación: “No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. V26”, Pablo ahora nos muestra, en los siguientes versículos, cómo debe ser la actitud en la comunidad cristiana. Cuando un hermano cristiano cae en pecado, los “que viven por el Espíritu” deben restaurarlo con mansedumbre, teniendo cuidado de no caer ellos mismos en la tentación. Pablo ahora da un ejemplo más concreto de lo que significa “cumplir la ley” y lo que significa vivir en el Espíritu mientras interactuamos en la comunidad de creyentes.

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 2 por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Es necesaria la fe y la certeza

Estamos iniciando mes de octubre, la cual me recuerda sobre el mes que muchas iglesias evangélicas reflexionan y conmemoran la reforma protestante, un importante hecho histórico para la humanidad y que ha traído mucho impacto a la historia de la iglesia. Pero a la misma vez a leer este pasaje me surgen conflictos porque a raíz de la reforma han surgido diversos grupos cristianos y que aparentan como que la iglesia no está unida o no es una, a esto surge mayor necesidad a la pregunta ¿Qué es la iglesia? O ¿Por qué la iglesia no está unida? Pero fuera de tratar resolver este conflicto, me anima a explorar y meditar sobre este pasaje referente a lo que Dios dice de la iglesia, la cual, así como cualquier otra doctrina.

Estos versículos inician con “Si vivimos, andemos, no nos hagamos” todos son plurales. De lo que hemos leído hasta el momento en Gálatas podemos ver que la comunidad estaba experimentando un problema teológico; la predicación falsa que estaban escuchando los había llevado a morderse y devorarse unos a otros. También los frutos de la carne que vimos hace dos semanas son serios, por tanto, la situación que hemos visto que enfrenta la iglesia en galacia es muy seria. Recordemos, Pablo no está ahí con ellos. Si ustedes ven a creyentes extraviados, hermanos en la fe luchando, ¿qué es lo primero que viene a tu mente que debes hacer? Por lo general nombramos una lista de tareas, recursos, que no son malas, pero que no son la prioridad.

Así Pablo nos hablará hoy de un tema importante, nos dará los rasgos y las características de alguien que camina por el Espíritu y no según la carne, debemos poner mucha atención porque lo que veremos hoy no nos permitirá decir “es que no sabía, es que es difícil, es que no puedo”. Hoy vamos a ver como se ve, como huele, y cómo sabe el ANDAR EN EL ESPÍRITU V22. El fruto del Espíritu: Con esto debemos decir algo muy claro, ASÍ como la carne, el fruto del Espíritu es evidente, se nota: El Espíritu de Dios no vino a complementar lo que ya teníamos, no es como vitaminas para hacer ver mejor o más grande el fruto que “ya tenemos”. El Espíritu de Dios no vino a completar el caminar o el recorrido que ya tenemos y tampoco vino para adornar las virtudes que creemos tener o que pensamos que nos hacen especiales. El Espíritu de Dios hace algo completamente nuevo, diferente a la carne. Es interesante el término que usa las Escrituras “El fruto del Espíritu” no es LOS FRUTOS del espíritu, no es como si estuviéramos en el supermercado, tenemos una variedad diferente de tomates o manzanas de qué escoger, por tanto tenemos diferentes frutos de cual escoger, no es así. El Fruto del Espíritu es indivisible, es un paquete completo.

Obedecer al espíritu y matar la carne son dos grandes objetivos que todo creyente debe tener. Es sencillo de recordar, es grande en alcance, pero pocos tienen esto muy claro. Obedecer al espíritu y matar la carne. Este objetivo te llama a hacer las cosas más gratificantes en el Espíritu, pero a lo mejor locuras para la carne: Devolver un dinero que no es tuyo, gratificante para el Espíritu, una locura para la carne. Eres generoso con tu tiempo, tu amor, tu dinero, generoso en la iglesia, gratificante para el Espíritu, locura para la carne. Los domingos, sin falta, estás en la iglesia. Gratificante para el Espíritu, locura para la carne. Orando constantemente por tu corazón, gratificante para el Espíritu y locura para la carne. Todo esto es normal y constante para todo aquel que tiene como objetivo “Obedecer al espíritu y matar la carne”