En este noveno capítulo, el Padre José nos invita a cuestionarnos sobre la coherencia entre nuestra fe y nuestras acciones. Mientras esperamos la paz en el "más allá", a menudo vivimos en conflicto aquí. Jesús nos llama a vivir con amor y justicia en el presente, confiando en que la vida eterna será el encuentro con ese Dios de vivos, a quien llegaremos con paz si comenzamos a construirla desde ahora.

En este octavo capítulo, el Padre José nos invita a reflexionar sobre el pasaje del ciego Bartimeo y cómo Jesús escucha el clamor de quienes sufren. Nos recuerda que, como cristianos, debemos abrir los ojos y el corazón a los "Bartimeos" de hoy, aquellos que viven al margen y necesitan nuestra ayuda para acercarse a Dios y encontrar esperanza.

En este séptimo capítulo, el Padre José reflexiona sobre la verdadera grandeza según Jesús, que no está en el poder o en ocupar los primeros puestos, sino en servir a los demás. Nos invita a dejar de lado el egoísmo y vivir como Jesús, entregando nuestra vida al servicio de quienes nos rodean. También destaca el ejemplo de las madres, quienes con su amor y dedicación encarnan este llamado a servir sin buscar reconocimiento.

En este sexto capítulo, el Padre José nos habla sobre cómo encontrar la verdadera felicidad dejando de centrarnos en nosotros mismos. Jesús nos invita a dar, servir y mirar más allá de lo material, recordando que la vida plena no está en lo que tenemos, sino en lo que somos capaces de compartir con los demás. Una reflexión sobre cómo seguir a Jesús implica salir de nuestro egoísmo y vivir para los otros.

En este quinto capítulo, el Padre José nos invita a profundizar en el verdadero significado del Padre Nuestro, destacando que la oración no debe ser solo una rutina, sino un acto sincero y coherente con nuestra vida. Rezar no es solo decir palabras, sino vivir lo que pedimos, reconociendo a Dios como un Padre cercano y actuando en consecuencia, con amor, solidaridad y compromiso real hacia los demás. Una reflexión sobre la importancia de orar con el corazón y no solo por costumbre.

En este cuarto capítulo, el Padre José reflexiona sobre el llamado de Mateo, resaltando cómo Jesús no hace distinciones y viene a buscar a los pecadores. Nos invita a ser como Jesús, abiertos a los demás y dispuestos a recibir a quienes se acercan, recordando que en la Iglesia hay lugar para todos.

En este capítulo tres, el Padre José nos invita a ser luz en nuestras vidas, recordando que la fe no es para esconderla, sino para compartirla con los demás. Nos habla de la importancia de vivir el amor de Dios en lugar de solo aparentar ser cristianos, destacando que en nuestras acciones y en cómo tratamos a los demás es en donde se muestra nuestra fe.

En el capitulo dos, el padre José critica la hipocresía de los escribas y fariseos, quienes priorizan las reglas sobre el bienestar de las personas. Usando el ejemplo de Jesús sanando a un hombre en sábado, señala que hacer el bien no tiene días ni reglas. Las leyes deben surgir del amor y la compasión, no del rigor. Pide a Dios que nos dé corazones de carne, capaces de amar y hacer el bien, sin rigidez ni fundamentalismo.