El mundo está diseñado para ser consumido, preparate para consumirlo correctamente. Ante la abundancia de respuestas que ofrece la modernidad, aprendé a preguntar sabiamente por tu propósito. En esta reflexión buscaré encarar la dicotomía de la pregunta y la respuesta como una cuestión esencial que debería ser considerada por todos los humanos. Luego, explicaré como evitar caer en la tentación de solventar una falta de propósito con la inherente adopción de una idea que se encuentra libre por el mundo, que llega a nosotros con el poder de penetrar en nuestros principios y retorcerlos hasta que no quede nada de ellos.

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Le tememos tanto al fracaso que el éxito resulta inalcanzable.  Nos creemos el cuento de que el éxito está reservado solo para algunos pocos. Pensamos que el fracaso es lo que nos espera a la gran mayoría. Parece que existe una ley universal que afirma tal miseria. La realidad es que no son más que idealizaciones del éxito y las personas exitosas. Nos encontramos sesgados por nuestros propios mapas mentales que nos atan a lo que creemos que somos y dejamos que el destino decida nuestro rumbo. Y no quiero decir que deberíamos dejar que todo fluya y no buscar nuestros propios caminos, aunque, en cierto punto de nuestro poder de decisión, perdemos el control de la realidad. Existen tantas variables que alteran el destino de nuestros caminos… no solo se escapan de nuestro control sino que quedan por fuera de nuestro entendimiento. Pensar en este hecho puede resultar desgarrador, aunque en verdad es el milagro mismo de la vida. El desorden que rige la existencia es tan firme que resulta imposible para los humanos controlar el destino.

Para no irme tanto por las ramas, lo que busco desarrollar en este capítulo es la hipocresía parásita del ser humano que, por un lado, piensa imposible alcanzar el éxito debido a las misteriosas variables incontrolables pero, por el otro, asegura que el destino se encuentra en sus manos y busca con insaciables ansias controlarlo. Con algunas herramientas para encarar al ego y disolverlo, te voy a proponer repensar lo que crees que sos.

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Estamos tan preocupados por lo que pasa a nuestro alrededor que nos olvidamos de atender nuestro interior. Buscamos tan sesgadamente que las necesidades internas de gratitud, satisfacción, abundancia y placer sean complacidas por resultados externos que estamos constantemente pensando en cómo nos miran, cómo nos tratan, qué nos dicen, cuánto dinero tenemos, qué tan bien lucimos. En realidad, las emociones son estados de la mente, el mundo externo es simplemente una impresión de lo que tenemos adentro. El éxito y el fracaso reflejan el enfoque de uno en sus objetivos, la abundancia y la escasez reflejan la relación que uno tiene sobre el dinero, la soledad y la compañía reflejan la comodidad que uno tiene consigo mismo. El problema con los resultados es que no están en nuestro control.

En este episodio te traigo reflexiones estoicas para liberarte de las cosas que no podés controlar y te atan a una realidad inventada.

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