Diciembre…

El mes en el que algunos “creyentes” …

- dejan de congregarse …

- dejan de ofrendar responsablemente …

- dejan de servir …

- dejan de lado los medios de gracia y sus devociones personales …

- dejan de imitar a Cristo …

y dejando lo anterior de lado …

- se comportan como la gente del mundo

- participan solapadamente en las cosas del mundo …

- corren en el desenfreno del mundo

- y algunos (lamentablemente) caen en los vicios a los que antes estuvieron cuando eran esclavos del mundo

Y todo esto pasa….

- Porque no tienen carácter para decir NO

- Porque no quieren condenar las cosas del mundo

- Porque tienen miedo a herir a la familia con algún desprecio (pero no a ofender a Dios con sus pecados)

- Porque les puede más la cultura que el Señorío de Cristo, y las tradiciones, más que Sus Palabras.

¿Cree usted que puede dejar de ser o de comportarse como cristiano en diciembre?

Dios tenga piedad de la cristiandad moderna…

Aprecien la familia, y cualquier tradición sana y lícita para nosotros como creyentes, pero no participemos de las malas obras del mundo, ni las avalemos con nuestra presencia.

¿Qué no debo hacer?

Efe 5:11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;

De regreso a lo establecido

La vida del verdadero creyente es una vida de reformarse (entendemos, con el favor de Dios) conforme a la revelación del Señor en Su Palabra. Los tiempos cambian y las personas con sus ideologías también, pero ¡no el Señor y lo que Él estableció como patrón de conducta! – El hombre es igual a la mujer en dignidad y honor, pero la preside en autoridad, gobernándola de una manera protectora y benigna para con ella, y honrosa para con Dios.

1.    Vació de autoridad varonil por negligencia – Un hombre débil en el gobierno de su hogar propicia el pecado en su hogar en el sentido de crear un vacío de autoridad que la mayoría de las mujeres pecaminosamente llenan. ¡Cuidado! jamás la falencia de un hombre de gobernar su casa conforme a la Palabra de Dios se constituye en la excusa que impulse a su esposa a decir “me tocó a mí”.

No obstante, el hombre que no gobierna su casa no sólo es desobediente al orden establecido por Dios, sino que es una tentación para que su esposa también desobedezca y se apropie de una autoridad que el Señor nunca le delegó a ella.